Teniendo que estar en funcionamiento dentro de seis horas, comenzar a escribir una entrada puede que no sea la mejor opción, pero ya que me propuse regresar…
Girls – Vomit
Echaba de menos esa sensación. Aquella que hace que te levantes de un salto de la cama a pesar de no estar descansado del todo por no haber dormido lo suficiente.
Pero en esta ocasión, esa sensación o impulso tiene algo especial. No es el tipo de impulso que dicen sentir aquellos que están «enamorados» cuando despiertan casi al unísono del despertador esa mañana en la que van a ver a dicha persona. O el día en el que vas a coger un avión que te llevará a un lugar lejano en el cual no has estado pero has oído hablar cosas maravillosas. Cosas a las cuales harás mil fotos si la batería y la tarjeta de memoria de tu cámara lo permiten. Aunque se parezca en su fundamento, no es como ninguno de ellos. En este caso, ese impulso tiene un nombre: vocación.
Y es que a pesar de que durante estos cinco años [y medio] de carrera, en los que hemos subido y bajado, hemos ido y venido, nos hemos quejado incontables veces y hemos aguantado lecciones que ponen en duda la seriedad de nuestra profesión, guardamos aquella ilusión con la que un día decidimos [pre]inscribirnos en esta carrera. Hablo de nosotros porque tengo la certeza de que no sólo me está pasando a mí. Y aquellos a los que aún no les ha pasado, tened paciencia porque llegará y veréis que estos años no son en vano.
Y es que esa nueva sensación me llena de una manera diferente a lo usual, y hace que reúna las fuerzas de las que empezaba a carecer mi motor. Ese motor necesario para continuar con el indefinido camino de la formación.